Los autos que se manejan solos ya no existen tan solo en las películas o series televisivas. Quizá en tu mente se encuentre el recuerdo de Kit, el auto fantástico, que con solo un chasquido acudía al servicio de su amo. Y eso que nos asombraba y hacía fantasear con la posibilidad de que nuestro propio auto viniera a buscarnos en medio de un peligro o tras una agotadora jornada, no parece ser tan lejano.
Desde que Google al igual que otras empresas desarrolladoras de tecnología vehicular empezaron a consolidar los prototipos de un auto sin conductor y con las recientes puestas en pista de los modelos logrados se tuvo que asumir el paso: el mundo vehicular se encuentra frente a un cambio que debe ser pensado, meditado y planificado.
En la otra punta del ring…
Pero no solo se trata de analizar cuán grande es el avance tecnológico que está teniendo lugar en materia de autos sin conductor. En la otra vertiente se encuentra, muy por el contrario, aquella que podríamos denominar la partida de vehículos a “tracción humana”. Se trata del frente del ciclismo que viene asomando en Argentina desde hace algún tiempo y que, en otros países, se encuentra ya consolidado.
Como contrapartida a esa deshumanización que representa el hecho de que la conducción se haga mecánicamente, se encuentra esta búsqueda de aprovechar el viaje y los recorridos para llevar una vida más saludable mientras se cuida de manera consciente el medio ambiente.
Puntos de contacto
Mientras pareciera plantearse una dicotomía entre lo puramente mecánico y lo primordialmente manual, hay una zona en la que ambas perspectivas de conducción vehicular confluyen.
La tecnología de los vehículos autoconducibles lleva un tiempo más largo del que se cree en desarrollo y va potenciándose con el crecimiento y avance de la ciencia. Sin embargo, en el último tiempo se ha dado mayor relevancia a su progreso por la posibilidad que auguran de generar un tránsito más seguro y más regulado a través de normas que las máquinas cumplen y los humanos – en apariencia –no. Por otra parte se encuentra el hecho del cuidado del medio ambiente que los autos sin conductor potenciarían ya que la mayoría son eléctricos.
[Tweet “”Google lidera la carrera, serán los primeros en tener exito?””]
En estos puntos las búsquedas del ciclismo como medio de transporte y de estas nuevas propuestas vehiculares, parecen ser semejantes.
Por otra parte se encuentra el hecho del tráfico que, con su incremento, y los consecuentes embotellamientos, son causa de preocupación. En este sentido es claro que la bicicleta sería una solución por la posibilidad más abierta de accesos que brinda aunque también los autos sin conductor buscarían promover un mayor orden en lo que al tránsito se refiere.
El problema de la seguridad en las calles
Aún todos los puntos de contacto que se han podido describir y el vínculo que podría establecerse desde muchas perspectivas entre los autos auto conducidos y las bicicletas, resta pensar en la coexistencia de ambos vehículos en la misma ruta: ¿sería un transitar pacífico?
La duda radica en cómo podrán transitar los ciclistas con tranquilidad sabiendo que un auto sin conductor se encuentra a su lado y que no tiene, en apariencia, la posibilidad de discriminar entre una interrupción del recorrido dada por una cosa o una persona. Lo cierto es que los autos sin conductor se encuentran en pleno desarrollo y la tecnología de los sensores se va mejorando de manera creciente a diario con el objetivo de que no puedan existir estas dudas en el momento de que los autos salgan a la calle. Hoy por hoy podría decirse que hasta puede ser más preocupante un vehículo con conductor que sin él por el riesgo que asume una mala maniobra en la calle.
¿Cuál es el futuro?
Dar una respuesta concreta no es factible aunque sí podemos aventurar que la conciencia está llegando y se está instalando desde los planos más bajos hasta los más altos, a raíz del aumento de los porcentajes de accidentes por malas acciones de tránsito.
Sea cual fuere la solución que se instale será una buena elección si va a acompañada de la prevención, la conducta y el respeto de las normas como modalidades indispensables.