El emprendimiento es uno de los más importantes y productivos caminos profesionales que se pueden seguir, permite desarrollar liderazgos empresariales sólidos y aporta valor agregado a la economía regional y global. Pero también se trata de un mundo que requiere de la más alta responsabilidad, en donde enfrentar grandes retos se convierte en algo de todos los días.
Para sortear las dificultades que trae consigo ser un emprendedor, siempre es recomendable abrir los sentidos y estar dispuesto a saber de cada detalle involucrado con la creación y dirección de los negocios. Para ello es necesario ser perceptivos y estar abiertos a nuevos aprendizajes.
Tanto la creación de ideas que se convierten en empresas como las acciones para lograr su crecimiento conforman una responsabilidad en la que nunca se deben soslayar aspectos fundamentales. A continuación se enumeran cinco lecciones del mundo empresarial que todo emprendedor debe tener en su radar.
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No pierdas el foco en el cliente
Si bien los primeros pasos de una empresa consisten en asegurar toda su infraestructura para la generación de sus productos o servicios, ningún plan de negocios podría avanzar si no se considera a sus clientes potenciales. Hay que conocer el perfil de los consumidores, comprender sus necesidades y entender que tu empresa no podrá crecer si no cuenta con su confianza.
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Capacidad de liderazgo y armado de equipos
No todos los líderes son natos, pero la experiencia de dirigir un negocio es una tarea que va dando enseñanzas duraderas. Además de la calidad laboral como requisito, en la conformación de un equipo humano también son fundamentales la cercanía y empatía en todas direcciones. La calidez y asertividad en el servicio son también muy importantes.
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Visión de largo plazo y ejecución de corto
En el mejor escenario para las empresas, el crecimiento sostenido y una vida productiva duradera son metas necesarias. La planeación estratégica de todo negocio requiere de una visión a largo plazo y la mejor manera de lograr este objetivo es hacerlo con acciones precisas, que entre más pronto sean ejecutadas, más efectivas serán.
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Pasión por el problema que están resolviendo
La mayoría de las empresas que han logrado el éxito surgieron de un sueño que apasiona a sus fundadores, con la invención de un producto o servicio capaz de romper esquemas en su nicho. Cuando se ama lo que se hace, casi siempre se logran mejores resultados y se resuelven los problemas con mayor efectividad. Lo deseable es que quienes conforman el equipo humano de una empresa también sientan este nivel de compromiso.
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Creatividad y capacidad de aprendizaje
En el camino de crear una empresa siempre hay que desarrollar estrategias de prueba y error, de modo que el producto o servicio que se ofrezca al consumidor final presente sólo beneficios y no brinde falla alguna. La capacidad de innovación y la creatividad son componentes esenciales y tales cualidades se derivan también de la capacidad de aprendizaje, de reconocer errores y de virar las estrategias cuando estas no entreguen los resultados esperados.
Las lecciones del mundo del emprendimiento también se deben situar en el tiempo. El contexto empresarial actual muestra a un público consumidor mucho más conocedor de las herramientas tecnológicas, sus alcances y limitaciones. Por la penetración de smartphones y otros dispositivos, el consumo digital se generaliza y esto trae una mayor exigencia al momento de crear experiencias, sin importar el servicio o producto del que se hable.
Acerca de los aprendizajes necesarios durante la experiencia del emprendimiento, opina Martín Ferrari, CEO de 123Seguro: “es muy importante saber de antemano que hay desafíos y dinámicas que tienen sus propios tiempos. Hay que conocer esos hilos invisibles y estar preparados para diferentes situaciones, donde mover o desafiar el status quo representan un gran reto”.
Para elevar el nivel de profesionalismo de las empresas es sumamente importante la comunicación con el cliente, el asesoramiento, la educación y la flexibilidad para buscar alternativas que también se adapten a la capacidad financiera de los clientes.
Por último, es fundamental definir los valores y cultura de la organización lo antes posible, “una cultura fuerte resuelve gran parte de los desafíos, cómo se contrata, cómo tratamos a nuestros clientes, cómo nos relacionamos con aliados y proveedores. Cuanto antes se establezcan esas bases, el camino será menos complejo”, finaliza Martín Ferrari.