Los avances tecnológicos en los vehículos son tantos y tan variados que hasta se habla de la posibilidad de contar con autos sin conductor. Como resultado de esta realidad y no sin cierto asombro se ha llegado a decir que manejar un auto de los que hoy se presentan como innovadores, en el futuro puede llegar a ser ilegal. ¿Por qué? Porque los autos autónomos pueden llegar a ser mucho más confiables que los que llevan conductores humanos. Los robots no suelen cometer imprudencias y si hay algo que los caracteriza es el cumplimiento de reglas.
Evidencias concretas
La realidad alarmante en cifras y cantidades demuestra cómo la conducción humana no lleva hacia buenos fines. Ello se observa en las numerosas muertes por accidentes de tránsito; en los porcentajes de conductores que son peligrosos por la somnolencia; en la irresponsabilidad ante el consumo de alcohol pese a las advertencias.
Como contrapartida se analiza en la imposibilidad de que un robot se alcoholice, en la ausencia de sueño y en la capacidad de anticipación que sería una herramienta básica para la prevención. Si bien estos desarrollos son aún incipientes se piensa también en cómo la rapidez en la ejecución de algunos movimientos puede llegar a ser determinante para adoptar este tipo de conductores como camino único a la salud vial.
El auto Google
El ejemplo que se ha tomado como punto de partida para dar con el pensamiento acerca de la seguridad de los autos sin conductor es el auto de Google. Este vehículo ha recorrido las calles de Montain View, California y Austin, Texas con la sorpresa de que iba sin conductor. Sin embargo, no era ese desarrollo exactamente así. No había alguien sentado al volante pero sí conductores detrás de alguna pantalla velando por la seguridad vial e interviniendo a través de circuitos computarizados si fuera necesario.
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El problema de la ética
Para llegar a un mundo en que los humanos tengan prohibida la conducción de sus propios vehículos es necesario reflexionar sobre otro concepto y que está vinculado con otro ámbito: la ética.
Cómo podría un vehículo auto conducido, en una situación límite elegir entre atropellar una pared o un niño cuando estos se presentan como similares obstáculos. Un conductor humano decidiría fácilmente puesto que se encuentra agregado el valor diferencial y único de la vida pero no es un razonamiento que se piensa que podría hacer un vehículo automático.
Tal vez, sí, nunca se sabe, pero al menos hasta ahora los robots no han sido dotados de alma y, como consecuencia tampoco se puede regular la responsabilidad en relación con la decisión que frente al acto se tomara.
Sea como fuere, la realidad hoy nos pide como conductores mayor responsabilidad. Tal vez a modo de alerta la tecnología se plante para hacernos pensar cuánto del valor humano sigue haciendo falta y cuánto podría complementarse con una cuota mayor de conciencia o de algo semejante a lo que podríamos llamar un “síndrome robot”.